12 ago 2010

LA VIRGEN DEL ASERRADERO

LA VIRGEN DEL ASERRADERO

(Cuento)


En la población de Ayutuxtepeque, al norte de la ciudad capital de San Salvador se ubicaba en el cantón San Roque en las afueras de la población; una finca propiedad de una acaudalada familia de apellido Vilanova.
Estos señores también eran dueños de una finca cafetalera en el volcán de San Ana.
Entre mis cualidades como obrero, me desempeñaba esporádicamente en el trabajo que llamábamos “de Sierra”, o sea, aserrando madera para la construcción y esta vez acabábamos de terminar, con mi inseparable compañero de sierra, un lote de madera en aquella finca en Santa Ana.
Luego se nos encomendó aserrar dos “trozas de madera de cedro” en Ayutuxtepeque, trabajo que concluimos en dos semanas y media.
Al sur de la iglesia del pueblo, se levantaba una humilde vivienda de bahareque, con un corredor frente la calle. Era la morada y lugar de trabajo de una anciana señora de nombre Martina, que vivía de la venta de tortillas y tamales a cualquier hora del día.
Todas las mañanas pasábamos, con mi compañero de sierra, a desayunar con aquellos riquísimos tamales de gallina.
El trabajo se terminó un día miércoles; pero teníamos que asistir, por disposición del patrono; a recibir el pago correspondiente el jueves por la mañana, a sus oficinas contiguo a la Alcaldía Municipal de Ayutuxtepeque, al poniente de la iglesia parroquial.
Llegamos como siempre donde la niña Martina, esta vez a la hora de almuerzo, a saborear los sabrosos tamalitos. Mientras comíamos, recordé un bonito sueño que tuve ya casi al amanecer de ese día; y comencé a relatar a mi amigo y compañero; aquella maravillosa experiencia.
Imagínate Toño ─ expresé a mi amigo ─ que esta madrugada, soñé que…en aquel chaparral de zarza que está frente a la aserradera; donde colocamos las cantimploras del agua; veía una virgen, muy linda y radiante, rodeada de campanilla moradas, de esas que solo florecen en este tiempo de principios de verano. Alrededor del portalito que forman las ramas de la zarza, cantaban muchos pajaritos; aunque no vi ninguno de ellos.
Me emocioné tanto que me acerque hasta frente al portalito; y en ese momento… ¡Dios mío!…créeme… ¡aquella virgen… me sonrió! Ese momento extendí mis brazos en señal de devoción; pero ese instante abrí los ojos; y lo único que vi fue a mi madre que ese momento se acercaba a mi cama para despertarme; pues ya había amanecido.
Mi madre quizá comprendió que algo de mi agrado había soñado; contestándome los buenos días se limitó a sonreír.
Me extraño ver que mi amigo, sentado frente a mí, se había quedado estático con la mirada fija en algún lugar del aposento.
Luego volviendo la mirada hacia el sitio que tan insistente observaba Toño; me di cuenta que tras de mi; había una señora de pie, con las manos entrelazadas a la altura del mentón y la mirada fija en el piso; pero no le dimos importancia.
Después de almorzar, nos despedimos, y nos encaminamos cada quien para su casa.
Al día siguiente; al acercarnos a la casa de la señora tortillera; nos sorprendió ver que en la calle frente al comedor, y en dirección hacia San Roque, lugar de la aserradera; circulaba mucha gente, sobre todo señoras; unas con candelas y otras con ramos de flores en sus manos.
Mirá Toño… ¿Qué sucederá aquí? ─ indagué ─
¡Alguna fiesta se tendrán!, aunque yo soy de por aquí y no recuerdo que celebren la memoria de algún santo, o algo por el estilo ─ respondió mi amigo.
Entramos a solicitar nuestro desayuno de tamalitos de gallina. Mientras la niña Martina servía nuestro manjar, Toño preguntó ─ niña Tina ¿qué pasará en el pueblo?
Ah…que la señora Candelaria...aquella que estaba detrás del maestro Chebo, ayer a la hora de almuerzo; oyó la plática de él acerca de un sueño con la virgen…
…Ah. Si. La observé, y le noté algo raro, como si tramara alguna cosa ─ interrumpí.
Pues esta señora, viene de la finca Yanira; que queda como a cuatro cuadras de aquí. Esa mujer es una revoltosa y pendenciera, aunque tiene su lado bueno, y eso si se lo admiramos. Cuando ella quiere, es muy amigable y servicial con amigos y vecinos. Pues ella, cuando ustedes se fueron, salió ella también quien sabe hacia donde. La verdad es que como a las tres de la tarde, unas de mis amigas vinieron corriendo a preguntarme si me daba cuenta de la aparición de un virgen en la quebrada el matasano.
Ella les contó que llegó a la aserradera de ustedes a recoger aserrín para relleno de sus muñecas de trapo que elabora para llevar a vender a Mejicanos. Allí frente al lugar donde ustedes trabajan la madera hay una parra de zarza, y ahí se le apareció la virgen ayer como a dos de la tarde. La virgen la llamó y asegura que le dijo ─ ¡Candelaria! Te he llamado porque quiero que sepas que te nombro “santa entre las santas”, y me ayudarás a velar por mis hijos en este pueblo ─
¡Caramba! ¡No hay duda! Esa señora está trastornada de la mente ─ comentó Antonio.
Hoy que recuerdo... ¡si, es cierto que nos ha pedido aserrín para su trabajo! ─ recalqué.
Después del desayuno, nos dispusimos para encaminarnos hacia la oficina del patrón; pero antes decidimos ir a dar un vistazo al lugar, para cerciorarnos de que los mozos de la finca hubieran retirado ya, los sobrantes de madera que trasladarían a la bodega.
¡Cual sería nuestra sorpresa, al encontrar en la calle hacia San Roque, y frente a la entrada a la ubicación de la aserradera que ya estaba siendo demolida; una serie de vendedoras de frutas, golosinas, flores y candelas!
Pero…aún más sorprendido quedé, al tropezar con una canastada de mangos tiernos; fruta muy escasa desde los meses de abril y mayo, hasta febrero del siguiente año. ¿Será un milagro?- me pregunté-
Todo el lugar, la parra de zarza inclusive; estaba cubierto de diferentes flores y velas encendidas; y entre las piedras de la quebrada y retazos de madera de las trozas; me conmovía ver varias señoras cubiertas con sus rebozos negros, o de color; unas invadiendo el ambiente con sus plegarias, “Santa María madre de Dios ruega por nosotros” y otras “Viva la virgen nuestra patrona…”
Después de recibir el pago nos encaminamos hacia Mejicanos a buscar nuestros nada despreciables y tan necesarios traguitos entre una que otra cerveza. Pero en el camino comentábamos; Mirá Chebo…aquí entre esta gente…hay verdadera religión ─ expresó Antonio.
Bueno…Si. Hay fervor religioso. No hay duda; que entre la ignorancia; existe la verdadera Fe ─ manifesté.
Esa virgen vivirá…en el corazón de toda esta gente. Porque…imagen de bulto no la tendrán ─ objetó Toño.
¡Pero qué mas!...la llevan en su mente y su conciencia. Y quiero añadirte algo: aunque no hay imagen visible...le llamaremos...”La virgen del Aserradero” ─
¡Hummm.......! Yo dijera que no. Eso es darle mas gancho a la gente que esta señora haya engañado ─ manifestó Antonio
Tienes razón. ¡Pero bien! Aunque nadie lo sabrá; me cabe la satisfacción de haber soñado, talvez para bien de todo un pueblo; con LA VIRGEN DEL ASERRADERO


Crisanto Fernández Mejía